CLIENTE
AQUAHOTEL GRUP
DIRECCIÓN CREATIVA
OLGA PAJARES
ARQUITECTURA
ISERN ASSOCIATS
SUPERFICIE
500m2
FOTOGRAFÍA
MERITXELL ARJALAGUER
CLIENTE
AQUAHOTEL GRUP
DIRECCIÓN CREATIVA
OLGA PAJARES
ARQUITECTURA
ISERN ASSOCIATS
SUPERFICIE
500m2
FOTOGRAFÍA
MERITXELL ARJALAGUER
En Pineda de Mar, dentro del Hotel Promenade, surge Mala Pekora, un restaurante singular. Celebra la autenticidad de la trattoria italiana, evocando la esencia de la mamma en cada rincón. El espacio, aunque integrado en el hotel, debía transmitir personalidad propia, cálida, vibrante y llena de vida. No hay paredes que lo dividan, sino colores y texturas que diferencian zonas manteniendo coherencia. Mientras el bar y piscina mantienen tonos claros del hotel, el restaurante adopta verdes y terracotas. La vegetación aporta frondosidad y refuerza la conexión mediterránea con el alma acogedora de Italia.
El proyecto se concibe como una sinfonía de materiales, celebrando el desorden organizado de las trattorias. La cocina abierta comparte protagonismo con el comedor: invita a ver, oír y sentir el proceso culinario. Barras de piedra roja, cerámica y acero inoxidable crean contrastes que huyen de la perfección formal. El mobiliario refleja tradición y vitalidad: grandes mesas redondas, bancos corridos y sillas Fredericia en madera verde. Las lámparas de Marset y Santa & Cole acompañan con luz cálida, suave y envolvente. Cada elemento transmite cercanía, dinamismo y el carácter vivo que define la experiencia italiana auténtica. El ambiente resultante no es estático: late, respira y se transforma junto a quienes lo habitan. Todo dialoga con la idea de que comer aquí es siempre una celebración compartida.
En Pineda de Mar, dentro del Hotel Promenade, surge Mala Pekora, un restaurante singular. Celebra la autenticidad de la trattoria italiana, evocando la esencia de la mamma en cada rincón. El espacio, aunque integrado en el hotel, debía transmitir personalidad propia, cálida, vibrante y llena de vida. No hay paredes que lo dividan, sino colores y texturas que diferencian zonas manteniendo coherencia. Mientras el bar y piscina mantienen tonos claros del hotel, el restaurante adopta verdes y terracotas. La vegetación aporta frondosidad y refuerza la conexión mediterránea con el alma acogedora de Italia.
El proyecto se concibe como una sinfonía de materiales, celebrando el desorden organizado de las trattorias. La cocina abierta comparte protagonismo con el comedor: invita a ver, oír y sentir el proceso culinario. Barras de piedra roja, cerámica y acero inoxidable crean contrastes que huyen de la perfección formal. El mobiliario refleja tradición y vitalidad: grandes mesas redondas, bancos corridos y sillas Fredericia en madera verde. Las lámparas de Marset y Santa & Cole acompañan con luz cálida, suave y envolvente. Cada elemento transmite cercanía, dinamismo y el carácter vivo que define la experiencia italiana auténtica. El ambiente resultante no es estático: late, respira y se transforma junto a quienes lo habitan. Todo dialoga con la idea de que comer aquí es siempre una celebración compartida.







