CLIENTE
PARTICULAR
DIRECCIÓN CREATIVA
OLGA PAJARES
ANNA TORN DE LA CREU
SUPERFICIE
100m2
FOTOGRAFÍA
MERITXELL ARJALAGUER
CLIENTE
PARTICULAR
DIRECCIÓN CREATIVA
OLGA PAJARES
ANNA TORN DE LA CREU
SUPERFICIE
100m2
FOTOGRAFÍA
MERITXELL ARJALAGUER
El proyecto de esta vivienda en el Eixample responde a las necesidades de una familia en crecimiento. La finca regia presentaba una distribución irregular, con esquinas complejas y un exceso de compartimentación. El reto era reorganizar los espacios, eliminar pasillos innecesarios y crear un hogar cálido y funcional. La propuesta busca fluidez, amplitud y adaptabilidad, pensando en una familia cuya dinámica evoluciona con el tiempo. Se diseñaron dos zonas de noche separadas por el núcleo central, equilibrando privacidad y cercanía entre miembros. Una habitación flexible permite adaptarse como dormitorio individual o espacio multifuncional, según lo requiera la familia.
La cocina, ubicada en la entrada, se convierte en corazón de la vivienda y punto de encuentro. Una isla central funciona como superficie de trabajo y mesa de bienvenida, integrando estética y funcionalidad. El diseño combina acero inoxidable, piedra natural y muebles lacados para lograr un ambiente cálido y elegante. Un mueble alto integra neveras y lavadero oculto, manteniendo el espacio ordenado y plenamente aprovechado. Un armario espejo ahumado añade amplitud, sirve de almacenaje y banco, reforzando la bienvenida al hogar.
La cocina conecta con el salón-comedor, presidido por una estantería a medida diseñada para la familia. Desde allí se accede a la habitación principal, separada por una doble puerta con armario integrado. Los baños, hacia la zona infantil, emplean microcemento y baldosa de barro manual para mayor frescura. El baño de los niños se concibe como espacio de juego, cómodo y adaptado a su uso. El pasillo actúa como eje de circulación y transición entre habitaciones y zonas comunes de la vivienda. Este espacio está revestido en madera, creando atmósfera cálida y equilibrio con el suelo de Noia original. Las puertas correderas permiten abrir o cerrar áreas, adaptando privacidad y amplitud según cada situación. Las vigas vistas, conservadas, refuerzan el carácter estructural y la identidad histórica de la finca.
El proyecto de esta vivienda en el Eixample responde a las necesidades de una familia en crecimiento. La finca regia presentaba una distribución irregular, con esquinas complejas y un exceso de compartimentación. El reto era reorganizar los espacios, eliminar pasillos innecesarios y crear un hogar cálido y funcional. La propuesta busca fluidez, amplitud y adaptabilidad, pensando en una familia cuya dinámica evoluciona con el tiempo. Se diseñaron dos zonas de noche separadas por el núcleo central, equilibrando privacidad y cercanía entre miembros. Una habitación flexible permite adaptarse como dormitorio individual o espacio multifuncional, según lo requiera la familia.
La cocina, ubicada en la entrada, se convierte en corazón de la vivienda y punto de encuentro. Una isla central funciona como superficie de trabajo y mesa de bienvenida, integrando estética y funcionalidad. El diseño combina acero inoxidable, piedra natural y muebles lacados para lograr un ambiente cálido y elegante. Un mueble alto integra neveras y lavadero oculto, manteniendo el espacio ordenado y plenamente aprovechado. Un armario espejo ahumado añade amplitud, sirve de almacenaje y banco, reforzando la bienvenida al hogar.
La cocina conecta con el salón-comedor, presidido por una estantería a medida diseñada para la familia. Desde allí se accede a la habitación principal, separada por una doble puerta con armario integrado. Los baños, hacia la zona infantil, emplean microcemento y baldosa de barro manual para mayor frescura. El baño de los niños se concibe como espacio de juego, cómodo y adaptado a su uso. El pasillo actúa como eje de circulación y transición entre habitaciones y zonas comunes de la vivienda. Este espacio está revestido en madera, creando atmósfera cálida y equilibrio con el suelo de Noia original. Las puertas correderas permiten abrir o cerrar áreas, adaptando privacidad y amplitud según cada situación. Las vigas vistas, conservadas, refuerzan el carácter estructural y la identidad histórica de la finca.









